Gestión emocional de equipos profesionales sanitarios en tiempos de la Covid19

Gestión emocional de equipos profesionales sanitarios en tiempos de la Covid19

Llevamos ya unos meses inmersos en una profunda crisis sanitaria, con igualmente profundas implicaciones a nivel económico, educativo y emocional.

En este contexto, se ha puesto de manifiesto el elevado nivel de estrés que siempre han experimentado, pero que ahora están teniendo que sostener los profesionales sanitarios, en toda su amplitud, como resultado del contacto y la atención diaria a la enfermedad, demasiado a menudo terminal, a la muerte, y al dolor ajeno, en estas circunstancias extremas de distanciamiento de los pacientes respecto de sus familiares.

Se está magnificando el desequilibrio entre cuidar a otros y cuidarse a sí mismos, en largas y extenuantes jornadas, que además conllevan el riesgo del propio contagio, la enfermedad y la pérdida entre los propios profesionales sanitarios. En una situación que pide de los profesionales una disponibilidad y entrega enormes, no es de extrañar que hagan aparición síntomas compatibles con burn out, la respuesta de las personas a estas situaciones de estrés crónico, esto es, prolongado en el tiempo, y agravado por el hecho de encontrarse en un medio donde todos los colegas se encuentran en la misma situación, y la posibilidad de darse soporte mutuo, y de supervisarse entre iguales, se ve minimizada, cuando no es directamente inexistente, debido a la falta de recursos y de estrategias en este contexto de urgencia.

A este panorama, resultante de la propia crisis asistencial, se suma el estrés derivado de la relación de ayuda terapéutica, la empatía y el compromiso emocional con el paciente que sufre, esto es, la fatiga por compasión. En estas circunstancias, está siendo muy difícil gestionar y resolver el apoyo emocional a los pacientes y a sus familias.

Visto el conjunto de la situación, es necesario apoyar el desarrollo de habilidades que permitan a los profesionales reconocer y expresar sus emociones, detectar las propias necesidades y, una vez descubiertas, establecer los límites sanos, empáticos, cuidadosos entre yo y el otro.

Somos muchos los profesionales que, desde muy diversos ámbitos de la sociedad y, preferentemente, a través de la ayuda voluntaria, hemos orquestado sistemas, o participamos de ellos, para la intervención psicológica en el ámbito sanitario, sea tanto para la atención de los profesionales, como de los pacientes y sus familias, tan necesaria estas últimas semanas.

Los beneficios son comprobables a corto plazo, resaltando la mayor cohesión social y sostén de los equipos profesionales, el aumento de la autonomía personal, y el menor sentimiento de aislamiento y alienación laboral, al tiempo que mejoran también las relaciones con los pacientes y sus familias, cuidando con compasión y cuidándose a sí mismos.

Enfoque

Más allá de la atención urgente mediante la escucha directa, telefónica u online, que estamos experimentando estas últimas semanas, desde aquí proponemos una metodología de supervisión, a medio y largo plazo, fundamentada en el juego, contemplando éste como impulsor de una experiencia sensorial que genera un impacto emocional, y facilita una toma de conciencia en los niveles corporal, emocional, cognitivo, y transpersonal.

Si la relación es el mejor lugar para realizar un trabajo de autoconocimiento y de desarrollo personal, así como para aprender a conocerse entre sí, queremos apostar por un sostén y supervisión de los profesionales en relación de ayuda que trascienda lo racional, mediante una experiencia, en la que cada persona puede reconocer sus dinámicas y necesidades, y darle espacio y expresión.

Así, tanto cada individuo como el equipo, como un todo, pueden alcanzar el auto-sostén, mediante la elaboración de prácticas personales y grupales que ayuden a manejar en el día a día esas situaciones ansiógenas y estresantes.

La supervisión y auto-sostén de los profesionales sanitarios se beneficia de la metodología del juego por la simetría entre supervisado y supervisor: dado que el juego es cooperativo, todo el mundo juega, cada uno aporta por igual, y es, en definitiva, el equipo de trabajo quien supervisa a través del juego, con el apoyo del terapeuta.

Además, el juego facilita la expresión libre, con menos censura, por parte de los pares, porque al fin y al cabo «es un juego», y éste es un aspecto que desdramatiza y aporta aire y libertad.

Asimismo, al pasar cada uno por la vivencia de las dinámicas lúdicas, las intervenciones consisten en compartir las resonancias del momento, con mayor presencia en el aquí y ahora y menos racionalización e intelectualización, que corre el riesgo de derivarse en consejos, «deberías», posiciones de superioridad o competitividad.

Una dinámica de juego permite una exposición paulatina: cada uno va abriéndose a compartir sus vivencias y emociones a su ritmo. Cada uno comparte sobre lo que experimenta en el juego, y no es imprescindible “arriesgarse” a mostrar sus emociones en lo profesional. Esto es  algo a lo que se va llegando, por fin, con la cohesión, el vínculo, y la confianza, pero que no lo exige el juego. Con sencillez, de manera fluida, la comunicación entre los iguales va incrementando en honestidad y confianza gracias a los recursos de feedback implícitos en el juego.

Conclusión

La Covid19 ha llegado a nuestras vidas como un tsunami y, aunque suene a tópico, está siendo una crisis intensa y profunda que resultará también en nuevas oportunidades, en grandes aprendizajes que, en muchos aspectos, transformará nuestras vidas a niveles personales y profesionales.

Las últimas semanas, estamos observando que grandes instituciones sanitarias del país se han reorganizado para contar en sus equipos con apoyo emocional, introduciendo este concepto en el sostén a los propios profesionales, a los pacientes y a sus familias, para atender el duelo, cuidando de que los procesos de duelo que se han abierto no queden sin elaborar, llegando a generar síndromes complicados y traumáticos en nuestra sociedad. Estamos comprobando cómo instituciones hospitalarias y profesionales de la salud están demandando y derivando a pacientes y colegas a servicios de Escucha y Apoyo Emocional telefónicos voluntarios.

En definitiva, la necesidad es patente, y ahora por la gravedad de la crisis, salta a la vista. Ha llegado de súbito y se ha hecho un lugar abruptamente, con dolor. Y los profesionales estamos aquí disponibles para atenderla, para atender a las personas, por vocación de servicio, por todos nuestros medios, y con los recursos disponibles.