
Marcelo Antoni: maestro de terapeutas nos cuenta cómo juega
Marcelo Antoni, psicoterapeuta de largo recorrido, formador de terapeutas Gestalt, y autor de diversos libros, nos cuenta con mucha sinceridad sus experiencias con el juego en una entrevista que mantuvimos con él personalmente. Muchas gracias por tu entrega, Marcelo.
¿Qué espacio le das al juego en tu vida y cómo valoras sus beneficios para tu propio desarrollo personal, familiar, relacional…?
A todos los trabajos terapéuticos que he ideado, he llevado algo que también me ha servido a mí en la vida. Para mí, una función que tiene el juego en los niños es poder jugar al «como si» para explorar lo que sucede estando en uno y en otro lado.
Cuando tenía entre 5 y 7 años al volver de la peluquería, que era una experiencia de miedo a las tijeras, mi hermano y yo, en descuidos de mi madre, hacíamos uno de peluquero del otro, y viceversa.
Otro juego era reproducir discusiones de nuestros padres que nos producían miedo, uno hacia el rol de mi padre y el otro de mi madre y viceversa. Jugar que uno estaba enfermo y muy asustado y que el médico al revisarlo para ver de que estaba uno enfermo decía: si el niño tiene «esto» no podrá jugar durante tres días y que después de auscultarlo de nuevo decía: la receta es que juegue mucho y que no vaya al colegio, y cambio de rol.
Era como poder vivir, como el psicodrama, poder conectar con aspectos míos como los vivo, pero jugándolos un poco. La historia de los niños es que pueden jugar a policías y ladrones, pero hay un punto en que se están permitiendo explorar, se lo toman en serio, pero no se lo creen del todo.
Recuerdo que el juego del parchís con mis amigos nos servía para enojarnos de buena manera, para pelearnos medio en broma: el otro te ganaba. Yo no les perdonaba una ni ellos a mí. Esa parte «agresiva» yo la vivía como parte del juego. Y lo que tenía sentido era ganar.
En tu práctica profesional como acompañante (psicólog@, terapeuta, educador/a, mediador/a…) ¿cómo contribuye el juego al desarrollo de las personas y cómo lo integras en tu día a día?
En mi último libro ¿De qué te das cuenta? Vivenciar, Reconocer y Gestionar (Marcelo Antoni, Editorial COMANEGRA, 2016), hay ejercicios múltiples para la terapia que he inventado y que se imparten en los talleres. Hay una serie de juegos que he aplicado a la terapia porque los he vivido en interacciones.
En este libro “De que te das cuenta” hay dinámicas, juegos que tienen determinadas reglas establecidas para explorar algo concreto, es importante el elemento sorpresa, el elemento no control.
En todo trabajo de exploración tiene que haber reglas claras.
Todo juego en alguna forma es inventado, cuando es positivo, es para explorar y vivenciar cosas dentro de un marco de seguridad, que tenga un punto de descontrol, pero que tenga la posibilidad de que uno vea cómo gestiona ese control, y cómo gestiona ese descontrol.
Todos los juegos terapéuticos tienen como finalidad que la persona explore aspectos de sí mismo que o bien conoce poco, o bien los conoce pero los tiene mal vivenciados. Entonces, es importante proponer juegos seguros en los que la persona pueda explorar y pueda decir «hasta aquí juego, ya jugaré mañana más, si quiero seguir», para que no esté obligada a jugar hasta el final, pero sí que vea cómo entra y sale del juego.
Puede tener sentido que haya juegos psicológicos en los que entra la competitividad, si eso es importante para que la persona desarrolle más su competitividad. Lo veo bien en un juego de la Gestalt: alguien del grupo sale de la sala, y cada uno del grupo escribe tres cosas por las que le echaría y tres por las que quiere que esté siempre en el grupo.
Otro juego en esta línea consiste en que entre dos agarramos y tiramos de una toalla para sentir que yo pongo mi fuerza, y el otro pone la suya, para sentir que tengo mi fuerza. O que esa persona puede sentir que tiene fuerza, que «me puede», sin hacerme daño. O al revés, es adecuado para personas que tienen poca fuerza, para que sientan su fuerza ante otro que es más fuerte, pero que ese más fuerte no les hace daño.
¿Qué hago con mi fuerza, aquí con una mujer que tiene muy poca fuerza, yo sintiendo que la tengo que sacar del sitio sin hacerle daño. O para que se sienta contenta la voy a dejar ganar, porque si no me siento un hijo de puta. Cuando tengo que ganar, ¿en qué manera tengo en cuenta al otro y me tengo en cuenta a mí?
En todo juego hay un perdedor y hay un ganador.
Y es importante la parte de poder digerir la pérdida o la ganancia.
Hay cosas que no salen bien, cómo las gestiono, y cuándo salen bien, cómo las gestiono.
Las reglas de juego en un juego psicológico, tiene que haber una posibilidad de ganar y una posibilidad de perder, y cómo vivo la ganancia y cómo vivo la pérdida, y que haya un margen de posibilidades de que se pueda ganar. Porque si no hay margen de posibilidades de que se pueda ganar, o la regla de ganar, tiene que tener algo de realidad, de posible.
Lo que llamo juego tiene unas reglas, un sentido, qué encuentres tú de ganador, perdedor.
Que se esté arriesgando algo y que yo sepa lo que estoy arriesgando, y que el otro respete, respeto mutuo a lo que se está jugando.
Un juego para las personas a las que les cuesta decidir y entrar en acción es el juego de cara o cruz. Apuestan por una de las dos y se comprometen a aceptar el resultado, o cara o cruz, y ejecutarlo.
Un juego no es un acto psicomágico, sino que en terapia se trata de juegos en los que hay un elemento para explorar y no tiene que intervenir otro, sino que estás tú. Por ejemplo, al fin del día, recordar tres cosas que viviste mal y cómo fueron, y tres cosas que viviste bien.
Todos los trabajos con la atención son juegos para ampliar la conciencia, y explorar aspectos de mí mismo que conozco poco o aspectos del otro que conozco poco.
Hay el juego de la ventana de Johari, de un americano: ¿qué parte de mi cuerpo conozco mucho, qué parte conozco algo, qué parte de mi cuerpo no conozco?
Qué parte del cuerpo del otro – las mujeres – conoces (tocar, vivencia), o de los hombres yo conozco mucho, no conozco….
Qué parte de mi cuerpo los hombres conocen poco…
Actitudes profesionales mías que no conozco.
Como terapeuta qué es lo que se conoce más de mí, qué es lo que se conoce menos, qué es lo que no conozco.
Qué es lo que conoce más el otro de mí. Conozco mucho la meditación pero no la he compartido, si estoy de terapeuta.
En la formación de terapeuta, ¿vas jugando haciendo el terapeuta para descubrir algo de ti mismo?
El terapeuta gestalt, en todas las prácticas, en los trabajos en triadas ve cómo se posiciona cómo terapeuta. Es una regla del juego manejar la confrontación y el apoyo. La confrontación mal gestionada se transforma en pelea con el paciente. Y el apoyo mal gestionado se traduce en confluencia.
El apoyo es lo que le permite a la persona irse expresando y poder reconocer lo que le pasa, gracias a que hay una persona que está acompañando y no está juzgando.
La confrontación va a tratar de entrar en el punto ciego para encender una vela.
La persona no se va a iluminar, porque lo que ocurre cuando estoy en el punto ciego es que no veo nada, sino que uno enciende una vela en el punto ciego y verá un poco más de lo que veía.
Y en el punto del apoyo es justamente que no es confluencia. En el rol del terapeuta, justamente hay que aprender este aspecto. Esta regla de juego tiene como sentido que en la gestalt se trabaja que a través del darme cuenta: reconoceré lo que gestiono bien, lo que gestiono mal, lo que gestiono regular. Y encontraré recursos para gestionar lo que me es dificultoso y la parte en que puedo desarrollar mi potencial.
En la especie humana vamos desarrollándonos y nos vamos potenciando para desarrollar unos determinados aspectos.
Si yo quiero en una cultura que se potencie la inteligencia, hay colegios potenciarán la inteligencia, otros enseñanza libre, otros enseñanza religiosa, todo esto de acuerdo a lo que el adulto padre quiera de que su hijo adquiera determinados juegos y habilidades. Tú a tu hijo lo vas mandar a un sitio que lo enseñen determinados juegos, según la forma de educación, porque tú sientes que tu hijo tendrá un mejor futuro si aprende esos juegos, otros que he aprendido no me han ayudado. Se escribe, se ponen normas, se ensaya, se exploran y se va perfeccionando, y van cambiando juegos.
En educación, las diferentes líneas de formación implican distintas reglas de juego que pretenden tener un óptimo resultado de un profesor, o un futuro profesor, o un futuro profesional que tenga muy desarrolladas sus habilidades. Para esto, se utilizan determinados recursos.
No hay un juego que permita el desarrollo en que uno siempre vaya de ganador, porque entonces ese juego está trucado. O algo estamos haciendo: si la única posibilidad es que gane, ¿quién es el que se está jodiendo? O, ¿quiénes me van aplaudiendo para que yo me sienta ganador?
Gurdjieff utilizaba juegos muy antiguos para tomar conciencia. Siguiendo la estructura de los chakras, si dividimos el cuerpo en tres partes, hay juegos que permiten más conectar con la fuerza, con lo motriz, otros juegos permiten más conectar con lo emocional, y otros juegos permiten más conectar con lo racional.
En este sentido, si la persona es muy mental le conviene más entrar en el tipo de juegos o de ejercicios más emocionales, para equilibrar toda la energía ahí. Si la persona es muy acción, conviene subir un poco a la emoción o subir un poco a la cabeza. Hay tipos de juegos que a su vez ayudan a conectar con esa parte menos desarrollada, para que cuando juegue a los juegos de sociedad, de relación con la pareja, con los hijos, con los amigos, no tanto utilizar un juego determinado, sino conocer esa parte mía para jugarla…
Y si la vida fuera un juego, ¿a qué juego jugarías?
Si ves esta casa, está llena de antigüedades, es porque las antigüedades me permiten descansar, y perder la noción del tiempo. Por eso aquí verás un mismo objeto repetido quinientas veces, pero yo cuando lo veo, lo veo por primera vez, por esto lo vuelvo a comprar. En la vejez, y a lo largo de la vida, algo que me produzca interés, que no me haga daño, y que dependa mucho de mí aunque intervenga otro, y que me permita expandirme, a eso yo llamo juego. En idear ejercicios en terapia justamente, he desarrollado mi parte creativa , con un gran respeto al dolor humano y al potencial humano. Lo he puesto como un juego, pero un juego serio, se juega, no es una superficialidad.
El juego, una de las cosas que he sentido, es poder vivir cosas y que se pierde el control del tiempo.
Unos dicen que Shiva, la de los cien brazos y cien piernas, va pasando por distintas formas, y en la última se descubre que es todas esas. El juego permite vivir esas distintas facetas.
Acerca de Marcelo Antoni:
Marcelo es un psicoterapeuta de largo recorrido, formador de terapeutas Gestalt, especialista en técnicas de encuentro y psicodramáticas, y pionero en la creación de talleres gestálticos.
Recomendamos su último libro ¿De qué te das cuenta? Vivenciar, Reconocer y Gestionar (Editorial COMANEGRA, 2016), que recoge numerosas dinámicas para terapeutas.